Fernando Pedro Mihanovich

Fernando era el hijo menor de Felicitas Guerrero y Nicolás Mihanovich. Nació en Madrid el 21 de enero de 1918 cuando ya había empezado la gran crisis económica de su padre. Nicolás, su padre se da cuenta que una vez había hecho malos negocios por excesiva confianza, por demasiados sueños imposibles o quizás también porque no había podido recibir de sus padres, muy ocupados, una educación lo suficientemente severa que le inculcara que el dinero se gana con esfuerzo personal y no con delirios de grandeza. Quizás otro hubiera sido su destino si hubiese tenido la preparación para ser un empresario. Faltó LA PALABRA.

Cuando Fernando cumplió dos años perdió a su padre muerto de desilusión, de pena y de saber que dejaba una familia totalmente desprotegida y fundida por su culpa. Estaba ya en Buenos Aires cuando sucedió su fallecimiento y quizas estos momentos de tristeza hayan marcado sus primeros años de vida.

Al casarse su madre con Pedro Mihanovich conoció un tío que fue como un padre para él y hasta el final de su vida recordó el cariño y las normas de conducta y moral que su tío le había dejado marcado en su memoria.

Fue un niño travieso y con su hermano Jorge hicieron toda clase de travesuras que preocupaban a su madre pero que siempre encontró en su hermana mayor Mora, una aliada que los protegía y los amparaba.

Felicitas su madre, que era realmente una mujer excepcional le enseño desde pequeño que los tiempos que le tocarían vivir serian difíciles pero que nunca tendría que dejarse llevar por él desánimo y que solamente el trabajo le daría éxito en la vida.

Era la costumbre en aquellos años inculcar a los varones  nunca debían llorar ni mostrar sus sentimientos. Recuerda Jorge su hermano, que le llevaba dos años mas a Fernando, que el único regalo que recibió en su vida de sus abuelos Guerrero, fue un rebenque que tenia que compartir con su hermano Fernando. Esa falta de cariño y dureza de alma marcó enormemente a Jorge que siendo ellos huérfanos de padre hubieran podido encontrar en los abuelos la amistad y protección tan necesaria cuando se es niño.

Por parte de la familia Mihanovich, había muchos celos de parte de dos de las hijas del Nono que siempre hicieron ver a Felicitas que ella no formaba parte de la familia y que eran ellas las que tenían todos los privilegios por parte de su padre. Felicitas fue castigada por su suegro que considero que ya su hijo Nicolás había perdido lo que le tocaría en herencia.

Al fallecer el Nono solamente reciben sus cinco nietos una mínima parte de su inmensa fortuna y la parte de Fernando que en ese momento era menor de edad pasa a manos de su madre que  recibe ese dinero que le ayuda a vivir con sus hijos pensando que, a su mayoría de edad ella se lo devolvería.

Fernando tuvo una infancia feliz. Pasaba sus vacaciones en San Antonio, estancia madre donde cada día era una fiesta porque allí había pileta, caballos y libertad. Era muy amigo de todos los que allí trabajaban principalmente del mayordomo con el que aprendió a montar a caballo y salía a recorrer, vacunar, y en sus momentos libres a taquear cosa que siempre le gusto y que siendo joven formo su equipo de polo con sus amigos de Olavarría.

En el Colegio Champagnat y luego en el Argentino Modelo no fue ni el primero pero tampoco el ultimo y en el momento de los exámenes pasaba todas las materias para disfrutar en pleno de sus vacaciones.

A los 17 años entra en el Colegio Militar pues casi todos sus amigos estaban allí, Bonzo Vacarezza, Gustavo Martínez Zuviría y muchísimos más imposible de nombrarlos a todos. Por un fracaso en un examen de Francés se retira del Colegio Militar y junto con Carlos, su hermano, empieza a trabajar administrando los campos de su madre. Como los campos eran muy distantes uno de otro saca su licencia de piloto y con un avión recorren las Lagunas, La Vanguardia y San Antonio, que además de ser un trabajo le encantaba pilotear esos aviones que hoy nos parecerían de juguete pero que fueron una gran escuela para él  y lo prepararon para mas adelante en su vida.

Al no recibir un sueldo por su trabajo, Fernando tuvo que rebuscarse para ganarse la vida y se fue a Estados Unidos y allí compraba material usado de  guerra, aviones, radios, equipos etc. a precios muy bajos y aquí en Bs.As. Se reparaba y se vendía. Con eso se fue haciendo un capital que crecía a cada viaje a EEUU donde además de hacer negocios se divertía muchísimo y conoció a mucha gente. Allí también había muchos Argentinos, uno de ellos Alberto Dodero aquel que había sido la causa de la muerte de su padre. Entre tantas salidas en grupo consigue una amistad con Alberto y un día le quiere dar una carta escrita por su padre pidiendo a su amigo Alberto que se conformaría si le diese a cada uno de sus hijos la suma de 40.000 libras esterlinas de aquella época. Sospechando Alberto que aquella carta, que nunca leyó, lo iba a comprometer, no solamente no se volvió a encontrar con Fernando sino que le cerro las puertas de su casa para siempre.

Fernando fue un hijo ejemplar, fue el que por motivos ajenos a él, el que menos recibió. Vivió acompañando a su madre hasta que se casó y jamás le reprochó aquel dinero que ella de buena fe nunca pudo devolver.

En los años 30 debido a la gran crisis mundial, Felicitas se ve obligada a vender una parte de La Vanguardia. La compra un Señor Saud llamando a ese campo Santa Julia, hoy Don Eduardo.

Fernando vivía en Arroyo y Suipacha, era la casa que lo vio crecer, donde su madre recibía a menudo, pero al casarse todos sus hermanos, quedaba demasiado grande  para el y su madre y resuelven venderla. La compra un Señor que a los pocos días la vende para ser la Embajada de Israel que durante los años 90 con una bomba fue destruida y hoy se puede ver una plazoleta en memoria de todos los que perecieron en este terrible atentado.

En uno de esos tantos viajes a Estados Unidos conocí a Fernando por medio de un amigo en común Charlie Quesada. Yo tenia diez y seis años y lo que al principio fue una amistad pasajera se convirtió en un pedido de casamiento en el año 1950.Nuestro noviazgo fue muy especial porque yo estudiaba, Fernando se iba muy a menudo a Bs.As. Y nuestro contacto fue el teléfono y muchas cartas. A través de muchas PALABRAS nos dimos cuenta que teníamos muchísimo en común. Cuando nos encontrábamos en Nueva York el Morocco fue el lugar donde estaba todo el mundo, la comida excelente y la orquesta maravillosa y pasábamos momentos muy lindos, alegres y despreocupados.

El día que Fernando pidió formalmente mi mano a mis padres fue muy gracioso porque mientras tomaba varias tazas de té con mi madre, ambos muy nerviosos, llega mi padre que no podía pensar en nada peor que alguien pudiese alejarme de él y le niega categóricamente el pedido y se retira dejándolo con mi madre y el té a medio tomar. Por supuesto, no era un no verdadero, era el no de un padre que se quedaba sin su hija.

Nos casamos el 10 de Septiembre de 1951 y a los pocos días partíamos para París después de una ceremonia preciosa en la Iglesia de San Ignacio de Loyola en Park Avenue y la recepción en el Metropolitan Club donde estaban representados todos los países de las Naciones Unidas y amigos. Conocí a Felicitas que había viajado para la ocasión con Carlos, Morenita e Inés ahijada de Fernando hija mayor de Nicolás.

Que fuerza tiene una decisión tan importante en la vida cuando dos personas se conocen venidas de dos mundos tan distintos y deciden compartir una vida juntos. Es un si que es como lanzarse en el espacio sin saber donde se va a caer pero el paracaídas que uno tiene esta formado de una nube de sueños, un halo de esperanza y coraje que solamente la juventud es capaz de dar. Es un destino que esta escrito en el libro de la eternidad.

Nuestra luna de miel fue interrumpida por una operación urgente de  apendicitis en Madrid con una recuperación difícil por el tiempo que tomo el problema en presentarse. Cuando llegué a Buenos Aires en el barco Giulio Caesare, repuesta, ya había una niña esperando para nacer.

Mimada por Felicitas que lleno el vacío de mi familia entre en el mundo de los Mihanovich con el pie derecho. Fui y soy amiga de todos sin excepción grandes y chicos. Crecimos y envejecimos juntos. Gelly y Obes fue la calle y la casa que vio todo este proceso, ocho hijos que llegaron, todos esperados con amor, con salud, todos entregados en las manos de la Virgen María el día de sus bautismos para que ella en la capacidad de cada uno los haga santos. Se que no será fácil para ellos porque les toca vivir en un mundo donde los valores están distorsionados pero creo que con el apoyo de Fernando les pudimos ante todo dar el ejemplo de nuestras propias vidas.

No fueron años fáciles, pero, cada día ganado con esfuerzo, fue un logro que hoy solo puedo dar gracias a Dios por habernos guiado a pesar de aciertos y errores pero haciendo siempre lo mejor que pudimos.

Construimos una familia, poblamos un campo, nunca nos falto nada de lo indispensable.

Felicitas, en su lecho de muerte, estaba preocupada por no haber podido dar a Fernando todo lo que tuvieron sus hermanos y quería compensarlo pero Fernando la tranquilizó diciéndole que nada le debía, que su amor por él había pagado con creces todos sus esfuerzos.

La muerte de su madre afectó tanto a Fernando como lo fue para mí la de mi padre de quien solo tengo palabras de agradecimiento por haber sido lo que fue, un ejemplo que recuerdo todos los días de mi vida.

Cuando Carlos y Fernando, que siempre habían sido socios en todo se separan, por ser dos familias numerosas con necesidades diferentes, nos toca La Vanguardia y Carlos se queda con La Cautiva y Cangallo 315. Vanguardia tenía apenas algunos potreros, sin casa, sin maquinarias y todo por hacer. Estos fueron los años mas productivos de Fernando que siempre en su afán de aprender y mejorarse, sigue al pie de la letra los consejos de Pochoco Etcheverst Harriet que le enseñó como trabajar las tierras arenosas de la Vanguardia. Con su avión iba y venia, y allí en el libro de las horas voladas en su avión se puede comprobar sus vuelos. Don Torcuato Buenos Aires, La Vanguardia, Don Torcuato. No había tiempo para pasear y las vacaciones se pasaban en el campo donde entre todos construimos lo que hoy esta. Apostamos al país porque Fernando siempre penso que su patria lo merecía. Cuando muchos cambiaban vacas por dólares, nosotros hacíamos una casa mas para dar algo mejor a las familias que trabajaban con nosotros. Creo que fue una decisión muy acertada y ese fue nuestro aporte para devolver a la vida todo lo que habíamos recibido.

Con la muerte de Alberto Oronoz, que lo interpretaba en todo, Fernando perdió la fuerza y el entusiasmo sintiéndose muy solo sin el apoyo de sus hijos que todavía eran chicos. Decide como una suerte de venganza a la vida que lo había privado hacer lo que en su juventud tuvo que sacrificar. Viajó y trató de mostrar al mundo que aun era joven. Coincidió con el momento mas difícil por el cual atravesaba la Argentina. Con la caída del dólar y una inflación galopante nuestras vacas no cubrían los gastos y llega la desesperación de no saber que hacer. Sumado a esto no contó con el apoyo prometido, de quien creía era su amigo, Andrés Mendizabal. A partir de ese momento comienza la reestructuración e inicio de una nueva empresa familiar, con un criterio distinto, preparando él mismo una transición ordenada hacia la nueva generación.

La PALABRA deuda volvió a resurgir como una pesadilla sin fin solo que ya para entonces estaban los hijos grandes que dieron el impulso, el coraje y la fuerza de su juventud para apoyar a su padre bastante dolorido.

Dejando ya sus hijos al frente de la administración del campo, empezó a interesarse por las energías que hicieron posible hacer varios viajes a Estados Unidos para aprender el manejo y aplicación de esas energías en el campo. Con su maquina de radiónica, estudiando, leyendo y tratando de aprender y transmitir a todos los que lo rodeaban, soportó una larga enfermedad que poco a poco lo fue consumiendo. Nunca dejo de luchar, al contrario quería con su máquina curar aquellos que él pensaba que estaban más enfermos que él. Durante los tres años y medio que duró esa lucha, aprendió a rezar, se encontró con Dios que utiliza nuestro sufrimiento para que podamos sin miedo enfrentarnos a la muerte. Con su rosario en mano rezó para que Teresa con su  gran vitalidad pudiera criar su linda familia con todos los problemas y dificultades que encontraría en su camino, para que Fernando se encuentre con sus hermanos y formen un solo frente, por Juan Carlos para que utilice toda su inteligencia e ingenio para manejar esa gran familia que es La Vanguardia, por Cristina para que ella con la fuerza que solo nos da la fe y su deseo de afianzar su personalidad se de cuenta que es capaz de hacer todo lo que ella se proponga, por Silvia para que conserve ese gran equilibrio y alegría que la caracterizan y que siempre le ayudaría a trasmitirlo a su familia, por Javier para que pueda encontrar con el correr del tiempo su verdadera vocación, a Pedro le dejo la responsabilidad de juntar a cada uno de sus hermanos para que todos sean uno. A Felicitas que fue quizas a la que menos pudo disfrutar pero que al final la encontró le quería decir que ella lleva el nombre de su madre, que fue la gran mujer que él quería que tuviera como ejemplo.

A mí me dejo una carta donde con su dulzura y caballerosidad, me agradece haber sido lo mejor que le paso en su vida.

Si algo hemos aprendido de él es que los golpes sirven de lección siempre y cuando sepamos mirar adelante y no cometerlos nuevamente. La deuda sigue, el país continua con sus enormes problemas pero nosotros estamos mas fuertes que nunca porque supimos mantenernos unidos a pesar de no siempre pensar igual, apoyarnos cuando uno de nosotros pasa por un mal momento, perdonar cuando alguien se equivoca y lo que es mas importante saber que Fernando esta en medio de nosotros y que de alguna manera siempre lo tendremos cerca intercediendo por todos para que La Vanguardia sea la empresa familiar que nos dé el motivo de realizarnos y sostenernos en el futuro y también que seamos un ejemplo para un mundo que no cree en la fuerza de la FAMILIA.

A los jóvenes que van llegando, valoren cada una de las cosas que la vida les va poniendo en su camino y sepan que nada fue ni es fácil. Lo que se logra es solamente con un inmenso esfuerzo que lo tienen que hacer porque por donde miren hay varias generaciones atrás de ustedes que solamente dieron un buen ejemplo y que, con LA PALABRA, podrán transmitir lo que saben, lo que vieron, y lo que van a vivir. No se queden callados

Dame Dios mío el don de la palabra

Para decir siempre la verdad

Para perdonar siempre

Para transmitir todo lo que aprendí

Para callar cuando la palabra hiere

Para hablar cuando la palabra hace crecer

Palabras para unir y no separar

Palabras para hablar de amor

Palabras para dar el sí cuando dos almas se encuentran

Fuente: Libro La Palabra Capítulo IV (© Sylvia María Muniz de Mihanovich)