Nicolás Mihanovich y Felicitas Guerrero de Mihanovich

La familia Guerrero es oriunda de un pueblo al sur de España llamado Alhaurin el Grande. Esta a una cierta altura no demasiado lejos del mar. Carlos José decide venir a buscar un nuevo mundo y llega a Buenos Aires joven y lleno de ilusiones. Conoce, después de consolidar una posición segura, a una joven de la sociedad porteña llamada Felicitas Cueto y con ella se casa. Tuvieron 9 hijos, la mayor era Felicitas Antonia Guadalupe. Era muy bonita. Su padre temiendo que por su belleza y carácter pudiese casarse mal  elige a su mejor amigo Martín de Alzaga como marido para ella. No fue fácil para Felicitas aceptar ese marido impuesto por su padre que además era mucho mayor que ella, pero en aquella época la obediencia filial no permitía discusión. Su matrimonio difícil al principio fue maravilloso después porque él supo conquistar a su mujer con educación, paciencia, cariño y mucho amor. Junto a él ella aprendió a amar el campo con todo el trabajo que esto significaba y disfrutó de una vida cómoda sin preocupaciones económicas porque Martín de Alzaga además de ser un caballero era muy rico. Observando a su cuñado Carlos vio en él la persona inteligente que podía ayudarlo con la administración de sus campos y lo invita a ser su mano derecha. Felicitas tuvo dos hijos varones que murieron ambos muy chicos cosa que Martín de Alzaga no pudo superar y antes de morir deja un testamento a favor de Felicitas. Quedaba ella viuda, linda y rica pero preparada para enfrentar su vida de estanciera. Asediada por un enfermo mental que prefirió matarla antes de verla casarse con Saenz Valiente, que la festejaba, y así queda toda esta inmensa fortuna en manos de los padres de Felicitas pero con Carlos Guerrero al frente.

Carlos Guerrero se casa con María Ignacia Rodríguez Gaete, mujer de mucho carácter y tienen cuatro hijos. María, Felicitas (nombre que le fue puesto en recuerdo de su tía) María Teresa y Hector.

María se casa con Paco Urruela español. No tuvieron hijos y ella muere muy joven.

María Teresa se casa con Jorge Llobet y tienen dos hijos, María Teresa y Andrés. María Teresa se casa con Eduardo Delfino y tienen cinco hijos y Andrés se casa con Ines Guerrero y tienen nueve hijos.

Hector se casa con Ernestina Quesada Pacheco y tienen cuatro hijos, Charles, Johnny, Eleonora y Beatriz. Charles se casa con Emita Naón y solo tienen

un hijo, Johnny se casa con Ketty Vivot y tienen nueve hijos, el mayor Juancho muerto joven. Eleonora se casa con Tito Schindler y tienen una sola hija Eleonora. Beatriz se casa con Pancho Vivot teniendo también nueve hijos.

Felicitas se casa con Nicolás Mihanovich y tienen cinco hijos: Nicolás, Felicitas, Carlos, Jorge y Fernando.

Nicolás se casa con Mercedes Nazar Anchorena y tienen seis hijos: Inés, Nicolás, Leonor,  Estela,  Isabel y Ricardo

Felicitas se casa con Darío H. Anasagasti y tienen dos hijos Darío Manuel y Morita

Carlos se casa con Morenita Peña y tienen seis hijos: Sonia, María, Diana, Alejandra, Carlitos y Dolores

Jorge se casa con Alicia García Lagos (uruguaya) y tienen 3 hijos: Alicia María, Jorge Juan y Ana Rosa.

Fernando se casa con Sylvia María Muniz (brasileña) y tienen ocho hijos: Teresa, Fernando Segundo, Juan Carlos, Cristina, Silvia María, Javier, Pedro y Felicitas.

Felicitas Guerrero era la hija mayor de Carlos Guerrero, vivían en Buenos Aires pero pasaban largas temporadas en la Estancia madre que era San Antonio con sus hermanos. Montaba a Caballo como amazona y a pesar de ser muy bonita y femenina su padre siempre lamento que no hubiera sido varón por su inteligencia y voluntad de hierro. Acompañaba a su padre en los trabajos de campo y todo le interesaba, cosa rara en esa época donde la mujer se recluía mas en la casa.

De todos los festejantes que tuvo, eligió a Nicolás Mihanovich para casarse pues era un hombre sumamente bien educado, de finos modales, agradable y lleno de ambición. Su vida fue sumamente difícil  porque Nicolás siempre quiso adelantarse a su época y a pesar de los consejos de su hermano mayor Pedro, se lanzó a grandes empresas que no pudo sostener, perdiendo durante toda su vida una enorme cantidad de dinero. Para sintetizar estos episodios digamos que fueron tres las causas de sus fracasos.

La primera fue la construcción de una plaza de toros en la ciudad de Colonia en el Uruguay y un hotel donde en combinación con los barcos atraía mucho turismo y era realmente una novedad. Faltó solamente la certeza de que el gobierno Uruguayo apoyara esta enorme inversión. Al contrario el presidente pensó que era demasiado importante para Argentina y no para el Uruguay y puso fin a todo limitando los viajes de los barcos con horarios para el día pero no para la noche. Automáticamente pierde toda esta enorme inversión y hoy se puede ver los restos de una plaza de toros como monumento a un hombre que se equivoco en su estrategia.

La segunda fue tomar la concesión del Teatro Colon durante dos años en que junto a los mejores cantantes del mundo de aquella época, que además eran sus amigos personales siendo él un gran amante y conocedor de la música. Venía gente de todas partes del mundo para asistir semejante derroche que no solamente era por los cantantes sino por la profusión de flores que adornaban el teatro entero.

La tercera fue su sociedad con Alberto Dodero que por creer que era su amigo no era necesario firmar contrato alguno y donde todo se hizo de PALABRA. Cuando se da cuenta del error que había cometido tiene tal disgusto que le provoca en poco tiempo la muerte dejando una viuda y cinco hijos en la calle y con una deuda que en la época equivalía a 30.000 vacas, deuda que Felicitas no tenía obligación de pagar pues no caía sobre ella pero de la cual se hace cargo para dejar limpio el nombre de sus hijos.

El Nono, viendo con horror los desastres cometidos por su hijo consideró que Felicitas ya había recibido en vida lo que le tocaría a su muerte como herencia.

Durante un tiempo Felicitas siente la estrechez económica, pero al fallecer su padre Carlos Guerrero, recibe su parte de los campos en herencia. En San Luis la Estancia Las Lagunas, en Córdoba La Vanguardia y en Buenos Aires San Antonio además de una casa y otras cosas. Las lecciones de su padre le sirvieron para administrarse y en vez de sentirse víctima acepta el reto con inteligencia y valor, haciendo trabajar sus tierras para educar sus hijos y pagar la cuantiosa deuda.

Se casa al tiempo con Pedro su cuñado que siempre la había querido y admirado y conoce entonces una época de gran felicidad porque Pedro era un hombre extremadamente sensato, bueno y sereno. Conocieron los niños la presencia de un tío que fue casi como un padre y cuyas enseñanzas perduraron durante toda la vida de esos jóvenes. Murió a los 52 años lo que marcó el final de una época feliz.

A pesar de su inmenso deseo de poder dar a cada uno de sus hijos la posibilidad de estudiar fuera del país, no había dinero suficiente para enfrentar los gastos de las Universidades y de viajes de estudio. Había que trabajar y ayudar con los trabajos de los campos ubicados tan lejos uno de otro.

Al fallecer el Nono, Nicolás recibe un campo en la provincia de Buenos Aires, Mora recibe la casa de los fines de semana del Nono cerca de la capital, Jorge recibe un edificio en la calle 25 de mayo cerca de Cangallo y Carlos con Fernando el edificio en la esquina de Cangallo y 25 de mayo.

Felicitas nombra a sus hijos Carlos y Fernando como sus administradores pues los consideraban sensatos y honestos, motivo que causó durante muchos años los celos de Nicolás que consideraba que él que era el mayor debía ser el responsable de esa misión pero Felicitas veía en Nicolás un poco lo que había sido su marido. Como era costumbre en aquella época no era correcto pagar un sueldo a un hijo y esto obligó a Carlos y Fernando a buscarse por su cuenta un trabajo que los mantuviese y que no interfiriese con la administración.

Felicitas compró una linda casa en Arroyo y Suipacha donde recibía con su enorme buen gusto y refinamiento las personas que le daban a sus hijos una situación en la sociedad y nunca dejo entrever las grandes dificultades que seguramente habría tenido, luchando sin tregua, para no vender, no achicarse, ni dar la imagen de falta de coraje.

En San Antonio, la estancia madre, construyó una preciosa pileta de natación, cancha de polo, pista de aviación, galpones, viviendas dignas para su personal, presentó en Palermo caballos percherones que ganaron los mejores premios, una cabaña para presentar toros Aberdeen Angus y allí con sus hijos recibieron amigos y extranjeros que siempre admiraron su personalidad tan femenina que escondía sutilmente una voluntad de hierro. Quizás siendo mujer le fue más fácil actuar en un mundo de hombres que por su belleza la admiraban pero a la vez sabían perfectamente que nadie podía doblegar su honestidad y seriedad.

Conocí a Felicitas pocos días antes de casarme con Fernando en el año 1951, me cuidó como una madre para que yo no sintiera la falta de mi familia y me ayudó a conocer cada miembro de la familia y a los amigos. Me hizo sentir realmente como si estuviera en casa con mis padres. Una noche tuve el privilegio de poder brindar con ella él ultimo centavo de la famosa deuda que tanto la hizo sufrir pero que ese día ella sintió una enorme satisfacción de haber cumplido con todo lo que se había propuesto.

Hoy, yo viuda, valoro aun más su esfuerzo. Distinto son los tiempos, los bancos, el país, pero al mirar hacia atrás y recordar su persona me ayuda a copiar su coraje y poder yo también, rodeada de todos mis hijos, brindar con ellos el último centavo de deuda que nos impide crecer para poder recuperar lo que se perdió y devolver a la vida lo mismo que recibimos.

Fuente: Libro La Palabra Capítulo II (© Sylvia María Muniz de Mihanovich)